Malvinas
Lo que en un principio fue disfrazado como la gesta patriótica
del siglo y apoyada por una nación completamente cegada por la intervención de
los medios de comunicación, fue en realidad una extensión más del régimen
implantado por la junta militar que, por medio de su llamado Proceso de Reorganización Nacional, no solo había censurado a los jóvenes pensantes sino
que también los había liquidado, y no dudó en utilizar la Guerra de Malvinas
como un engranaje más de su máquina de muerte.
En su mayoría, los combatientes enviados a eran chicos sin
instrucción militar, y que en su mayor proporción pertenecían a las clases
populares y medias de todo el país, que no casualmente coincide con los rasgos
de los desaparecidos en los centros clandestinos de detención, ya que la muerte
era uno de los principales destinos asignados a los jóvenes de estos sectores
sociales durante la dictadura.
Lejos del drama que vivieron nuestros Héroes, los días de
guerra también permitieron dilucidar la apreciación que tenían los militares
con respecto a las manifestaciones sociales, ya que a pesar de siempre haber
reprimido ferozmente toda movilización de masas, hubo dos momentos muy precisos
en los que establecieron un paréntesis en esta política de bloqueo: durante los
festejos por el mundial de fútbol de 1978 y, justamente, durante la guerra de
Malvinas, donde asumió un rol activo, sobre todo el 10 de abril de 1982, en la
convocatoria de la manifestación que colmó la Plaza de Mayo.
Si bien el golpe al haber sido cívico-militar y contar con
el apoyo de grandes sectores de la sociedad, sería un reduccionismo afirmar que
las movilizaciones que se desataron en todo el país durante los días de la
guerra significaron un apoyo abierto a la dictadura, porque en definitiva el
apoyo de la población se concentró, sobre todo, en la figura del grueso de los
soldados que estaban siendo enviados a una muerte casi segura.
Asimismo, hubo movilizaciones espontáneas y organizadas en
todo el país con distinto tipo de matices, algunos apoyaban la causa
anti-imperialista pero se oponían al mismo tiempo al gobierno militar, otros no
distinguían entre una cosa y otra, mientras que los más lúcidos veían que esta
causa les permitía volver a la calle para hacer política.
Las consignas en las plazas revelan estas divergencias:
algunos carteles decían “Las Malvinas son argentinas” y otros “Las Malvinas sonde los trabajadores y no de los torturadores”. En estas contexto, las Madres de
Plaza de Mayo también mostraron sus palabras manifestando que "Las
Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”.
De todos modos, el apoyo popular se concentró en la figura
de los combatientes estaban siendo enviados sin instrucción y sin equipos
apropiados, por lo que la población empaquetó y envió donaciones para estos
muchachos, y en el caso de los niños y los adolescentes, enviaron, desde las
escuelas cartas de apoyo dirigidas a un genérico “Soldado Argentino”.
La represión clandestina encarada por las Fuerzas Armadas
durante los años 1976-1983 no sólo envileció a muchos de sus integrantes, sino
que tuvo efectos degradantes para la institución, que no supo afrontar una
experiencia para la cual supuestamente debía estar preparada: la guerra. Esta
degradación terminó por obligar a la junta militar dejar el poder y dar paso a
nueva era de democracia, pero eso sí, ya sin 30 mil almas que soñaban por ser
libres.